Si hay un adjetivo que me defina ése es pesimista. Siempre tiendo a ver todo lleno de tinieblas, no veo esperanza posible, únicamente laberintos sin salida y con varias trampas mortales. Mi botella de veneno siempre está medio llena y a punto de explotar.
Hay días, como hoy, como hace ya más de un año, en que todo me da un poquito igual: la carrera, la felicidad, la vida. Es como si me hubieran puesto un velo negro delante del camino. O más bien que me lo arrancaron sin avisar. Ya sabía yo que la vida era dura, pero joder, se ha llegado a límites extremos. Por ello pienso que no sirve de nada quejarse de que me pase media vida entre alumnos a los que llevo años, de que mi frente tenga más baches que una carretera convencional, o de que las sábanas se acaben saliendo y me dejen destapada en mitad de la noche. Tampoco me importa un bledo que la gente a mi alrededor se afilie a una u otra ideología, que me miren como una loca por llevar una camiseta comida por polillas o que un grupo de canis se dejen en ridículo en medio de un autobús. Son problemas insignificantes. Incluso una riña entre amantes me parece una ridiculez.
Supongo que habrá gente que ahora mismo muera de sed en un país del que no queremos acordarnos, o que niñas recién nacidas sean abandonadas a su suerte por nacer mujer. Pero, desgraciadamente, los humanos nos regimos por nuestras relaciones. Y los lazos de sangre tiran más que cualquier desgracia aparecida en la caja tonta. Al menos entre gente que aprecie a su familia. Igual hay personas que odien tanto a sus familiares que no tengan contacto con ellos, y mientras éstos se mueren solos tirados en la calle como un "don nadie", donan sus cuartos a ONG's que luego gastan todo en diamantes de sangre.
Pero en fin. A lo que iba. El pesimismo de no ver la luz al final del túnel. Querer gritar desgarradoramente, zarandear, abrir los ojos a otras personas. La venganza.
Es muy duro tener las ideas tan claras, pero tener delante a personas tan cegadas. Y de nuevo me asedia el pesimismo. Qué desidia.
Lo siento, chicas, la mala racha sigue entre los buitres...
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